Cuando entro a terapia procuro hacerlo respirando profundamente. Sintiendo mi centro, mi sentir. Me siento, nos sentamos, y durante un rato permito que se cree entre yo y el otro el campo, el espacio, que nos llevará a trabajar y a desvelar lo que sea más importante y significativo en aquel momento del encuentro.
Me gusta escuchar, en silencio, casi desapareciendo, a la vez que conectada con una presencia atenta y consciente. Hablo si es necesario, pregunto si siento que es conveniente. Si no, dejo que este silencio y la propia búsqueda y elaboración de la persona que viene a verme la conduzca hacia sus propia respuesta. El arte de la terapia, lo titularía. Algo que va más allá de mí misma y que sin embargo se manifiesta cuando hay un encuentro con otro Ser.
Mi trabajo se fundamente entre el tú a tú. Sin más herramienta ni adornos, aunque cuando tengo que recorrer a ellas lo hago.
La terapia Gestalt es la base que me acompaña en mi trabajo, combinándolo con otros métodos de carácter humanista, fundamentalmente. Cuando lo siento oportuno, complemento el proceso con remedios homeopáticos, que siempre ayudan a agilizar la toma de conciencia y a la liberación de lo que necesite ser liberado.