Sarah gaset | El Poder Transformador de las Crisis
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El Poder Transformador de las Crisis

El Poder Transformador de las Crisis

Curiosamente hace pocas semanas compartí por segunda vez la charla “El Poder Trasformador de las Crisis”. Sin saber que poco después, nos adentraríamos a nivel colectivo en un momento de crisis que marcará, seguro, un antes y un después, en muchos sentidos de la palabra.

Algunas de los temas que compartimos en el encuentro fueron las varias emociones que despierta en nosotrxs un momento así. Miedo, ansiedad, desorientación, pánico, soledad… y qué difícil es transitarlo cuando muchas veces no contamos con las herramientas para poder hacerlo. No nos han enseñado. Estamos desprovistxs, a menudo, de los más esencial para saber sostener y surfear las diferentes situaciones que la vida nos puede traer. A veces muy agradables y, otras, profundamente duras.

Ante esto, aporté algunos consejos, experiencias, posibilidades, para cuando se nos presenta un momento de crisis vital. Es una recopilación de aprendizajes tanto a nivel personal como profesional. Detalles que me han servido en un momento determinado, y que hoy en día siguen marcando la diferencia, siguen siendo flotadores internos que me ayudan a respirar mejor en momentos de ahogo externo.

Así pues, y ante la movida en la que estamos inmersxs muchxs de nosotrxs en estos momentos, he decidido compartirlo también por aquí.

¿Qué herramientas nos pueden servir en una Crisis?

  • Meditación y Respiración Consciente. Para mí esta es una herramienta ineludible. La piedra filosofal ante cualquier circunstancia de la vida. Como escribí hace poco, ante la alarma externa, cueva interna. Hace un tiempo era mucho más rígida con lo que se refiere al concepto de meditación. Con el tiempo, he ido aprendiendo que todos los caminos llevan a Roma y que hay muchas maneras de “conectar”. Cada unx debe encontrar la suya, y sí es importante encontrarla. Hoy en día hay muchas vías de meditación guiada, ejercicios de respiración dirigidos, que nos pueden ayudar. El hecho de sumergirnos en un ejercicio de meditación y/o respiración consciente, que para mí va cogido de la mano, no es una sin la otra, cambia nuestra energía, nuestra vibración, nuestro estado mental, nos sitúa en otro lugar. Un lugar más amparado, más protegido, como el fono del mar donde las tormentas del cielo no tienen un gran efecto. Allá se mantiene la calma. Todo el mundo deberíamos responsabilizarnos de encontrar de qué manera podemos tener acceso a este espacio interno, a esta cueva. Nos corresponde, es nuestro tesoro, sólo que nos hemos alejado de él, porque no nos lo han contado, y ahora debemos encontrar el modo de saber regresar.
  • Silencio. Considero que hay pocas cosas más poderosas que el silencio. El punto anterior va ligado a este, claro. Tener tiempos y espacios reales de silencio, de parón, de dejar que todo aquello que da vueltas de manera vertiginosa a nuestro alrededor caiga por el propio peso de la gravedad ante nuestra Presencia. Observar, sin entrar, ni juzgar, desidentificándonos de todo aquello que no Es. Entrar en lo verdaderamente Real, necesita de un potente ejercicio de discernimiento, que desde mi punto de vista debe ir acompañado de este silencio e introspección.
  • Dar protagonismo al cuerpo. El cuerpo nunca miente, siempre vive en el Presente, y es profundamente Sabio. Está conectado a nuestra verdad más profunda y a la vida en general. Es nuestros instintos, nuestras sensaciones, nuestro Sentir. Desgraciadamente está muchas veces anestesiado y condicionado por la mente. La buena noticia es que siempre estamos a tiempo de recuperarlo, porque él siempre nos está esperando. Despertarlo de una manera más consciente es un gran regalo que podemos hacernos en nuestra vida. Desde entonces, se puede convertir en nuestro gran aliado, nuestro barómetro interno, nuestro guía. ¿cómo hacerlo? Cada cual debe encontrar su vía, tal y como hemos dicho en el primer punto. Desde hacer ejercicio físico, caminar, practicar yoga, bailar…Seguramente hay unos caminos que te conectan más que otros, encuentra el tuyo. Por ejemplo, personalmente, el baile y el yoga me ayudan mucho. A la vez, conozco a personas que a través de caminar por la montaña y practicar un deporte, les conecta y les equilibra. El cuerpo es meditación también.
  • Acompañarnos en la emoción. Está claro que en la sociedad en la que vivimos hay emociones aceptadas y emociones que no lo están. Se acepta mucho el positivismo, el estar feliz, motivadx, el tener las cosas claras, la valentía, etc. Y, en cambio, se rechazan emociones tan válidas como la tristeza, el miedo, la rabia, el desconcierto, la vulnerabilidad… esto nos hace mucho daño. Es absolutamente lícito, y más en un momento de crisis y de dificultad, sentir un montón de cosas que se pueden ir abriendo en nosotrxs. Muchas veces digo que nos abandonamos cuando más lo necesitamos. Si me siento triste, es importante que me acompañe en esta emoción. Si no tengo las cosas claras, es importante que me coja fuerte de la mano; en algún momento, volveré a ver la dirección. Si estoy enfadada, es importante que pueda canalizar esta rabia. Todo aquello no aceptado y drenado de una manera sana queda estancado y bloqueado en nuestro cuerpo. Si además lo tenemos anestesiado, como decía un poco más arriba, se convierte en un pozo que aguanta y aguanta hasta que explota (muchas veces en forma de síntomas y enfermedad). Sentir lo que sentimos está bien. El tema es qué hacemos con esto, de qué manera nos acompañamos, nos hablamos, nos miramos, nos permitimos.
  • Cosas sencillas, que no simples. Hace no mucho leí algo que me gustó. Decía algo como que ante las situaciones grandes, en que todo está removido, te dedicaras a las cosas sencillas, como fregar el suelo, lavar los platos, ducharte, etc. Donde se puede añadir el salir a pasear, ponerse a pintar, leer un libro que te guste, escuchar tu música preferida, contemplar una flor… No ir más allá. ¿Para qué te sirven las grandes aspiraciones, especialmente en momentos así? Dedícate al ahora, a lo que tienes al alcance. A caminar un paso tras otro, y el mañana ya llegará.
  • No “por qué”, sino “para qué”. Es una potente herramienta que se contempla desde la terapia Gestalt. El “por qué” nos sitúa en una actitud victimista. El “para qué” nos devuelve la Responsabilidad. Lo que es ya está siendo, con lo cual, ¿Qué piensas hacer con esta experiencia?
  • Aceptar lo que ya Es. Y el punto anterior me invita a hablar de este. Hay una frase de Eckhart Tolle, autor de “El Poder del Ahora”, que dice: “El momento presente es como es. Siempre. ¿Puedes dejarlo ser?”. Una de las cosas que nos hace sufrir en la vida es la Resistencia a lo que está siendo. Siempre digo que es natural, en un inicio, esta resistencia. Especialmente ante según qué situaciones, se activan resistencias, miedos, etc. Y, a la vez, es verdad que el camino que siempre nos acaba llevando a una mayor pacificación interna es la de la Aceptación. Acabar asumiendo lo que es, tal y como es. Ante esto, podemos respirar, mirar, y adquirir las herramientas que podamos necesitar en cada momento. La lucha crea resistencia, rigidez y sufrimiento interno. La aceptación relaja. Incluso en las experiencias dolorosas. Está bien antes, haber podido transitar, como decíamos también más arriba, otras emociones que se han podido despertar. Rabia, tristeza, negación, etc. El poderlas sentir y vivirlas, facilita que el momento de la aceptación llegue de una manera más real y no tan fingida. Todo lo que sentimos es lícitamente humano, y es importante que nos entendamos en esto.
  • Actitud del surfista. Esta es una reflexión que leí hace ya muchos años de Jorge Bucay. Se refiere a ir aprendiendo a surfear las situaciones de la vida. Saber surfear tanto las olas altas (como serían los momentos agradables), como las olas bajas (los momentos dolorosos). Saber estar en un logar y en el otros, apegándonos lo mínimo posible. Los budistas dicen que todos queremos la felicidad y evitar el sufrimiento. Y en el fondo, es así. Y también dicen que una de las cosas que más nos hace sufrir en la vida es el apego. El querernos quedar apegados a una situación, no aceptando la impermanencia de la vida, con todo lo que conlleva. Esta actitud del surfista me incita a imaginar, a mí, una forma ondulante, sensual, cambiante. Cuando la Vida nos regala un momento llano, agradable, generoso, está bien para respirar, llenarnos de él, como digo yo a veces, coger aire y fuerzas, porque seguro que después vendrán otros momentos más oscuros, más inestables y probablemente dolorosos. Y está bien. La Vida es así, con su Yin y su Yang, con su luz y su oscuridad, con sus retos y aprendizajes, y cuando antes aprendamos a bailar su danza y a seguirle el ritmo, menor será nuestro sufrimiento.
  • “Esto, también pasará”. Mi primer maestro de yoga, entre las muchas cosas que me enseñó, me transmitió una que ha quedado tatuada en mí muy profundamente. Y es esta: “Esto, también pasará”. Él decía: “lo bueno y lo malo, esto, también pasará”. Ligado a lo anterior, y desde esta actitud de desapego, podemos contemplar con cierta panorámica las situaciones de nuestra vida, sabiendo que sí, esto, también pasará.
  • “Qué quiere la Vida de mí”. Y, por último, y no menos importante, comparto otra enseñanza que también me transmitió este mismo maestro. Él decía: “No es lo que Yo quiero de la Vida, sino Qué quiere la Vida de Mí”. Esto me invita a una actitud de bajar la cabeza ante esta inmensa Vida, que es la que me permite estar y seguir aquí, despierta en mí la humildad, y me pone a su servicio, tanto en los momentos de joya, como en los momentos de dolor. Soy una servidora suya, eso es todo.

Con este último punto cierro el artículo, invitando a esta reflexión. Ante todo lo que se está moviendo, quizás es hora de dejar un poco al lado qué es lo que quiere nuestro ego individual, y leer qué nos está pidiendo y diciendo la Vida con lo que está pasando. No olvidemos que una Crisis siempre tiene oculto detrás Cambios y Oportunidades. Espero desde el fondo de mi corazón que sepamos transmutar, transformar y trascender todo aquello que la Vida nos está pidiendo, para poder de ahora en adelante caminar con Ella de una manera más fiel, alineada, amable y respetuosa.

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