09 Dic La verdad del corazón.
Creo que una de las coses que más nos condiciona a la hora de expresar nuestros sentimientos y nuestras emociones, es el juicio, el juicio externo. Ya sea a nivel familiar, a nivel laboral, a nivel de amistades… sea como sea. Recibir juicio por cómo estamos, quiénes somos y cómo nos sentimos en cada momento.
Esto es algo que ocurre desde edades muy tempranas. El sentirnos inadecuad@s. Que nos estén ocurriendo cosas dentro y que no las legitimen. Que nos digan que no está bien que nos sintamos enfadad@s, que no está bien que nos sintamos tristes, que paremos ya, que dejemos de estar de “esta” manera… es como una castración continua. Es una inadecuación de nuestro Ser. De decirnos en algo tan Sagrado y Esencial, que somos erróneos, que lo estamos haciendo mal. Cuando ya de pequeñ@s lo que sentimos está absolutamente conectado con nuestro Cuerpo, nuestra Naturaleza… y necesitamos expresarlo con lo que es, simplemente, para así, después, poder pasar a otro estado.
El problema es que nuestras raíces, si es que las tenemos, han crecido en un terreno así de juicioso y de inestable. Muchas veces el juicio puede haber sido emitido des de la buena intención, desde el querer calmar, desde el querer vernos bien… pero no desde el respeto verdadero hacia lo que un@ Es. Y esto duele. Esto es doloroso. Porque al final están negando nuestro Ser, nuestra Naturaleza, lo que sentimos dentro de nuestra Alma, de nuestro Corazón. Y cuando algo duele, duele. Cuando algo enfada, enfada. Cuando algo rompe, rompe. Cuando algo grita, grita. Y nadie, nadie… nadie, debería tener derecho a decir si lo que sentimos o no sentimos, expresamos o no expresamos… es correcto o no es correcto.
Todo esto después ya es un lío. Porque por no sentirnos inadecuad@s, por sentir que no lo estamos haciendo bien, por sentir que “así” no nos van a querer, vamos poniendo capas, y capas, y capas… y empezamos a no entendernos, a crear personajes, a negarnos a nosotr@s mism@s. A sentir que debemos ser otr@ para ser aceptad@s. A poner caras. Cuantos años de mi vida he estado poniendo caras… Una sonrisa cuando no me apetecía, una buena cara cuando estaba en realidad enfadada… simulando algo que para mí no era real.
Y cuando aprendes a hacer esto, cuando esto se convierte en tu día a día, aprendes a no ser tú, aprendes a no llevarte bien contigo mism@, aprendes a disociarte. Aprendes a que dentro están pasando cosas pero ni siquiera sabes cómo escucharlas, y fuera están ocurriendo otras y actúo, respondo y reacciono en demanda de éstas. ¿Pero quién es la que está funcionando, y dónde estoy yo realmente? ¿Dónde está mi esencia? ¿Dónde está mi sentir? Que se ha sentido tantas veces enjuiciado, malmirado, malhablado… que al final se ha escondido.
Debemos tener muy en cuenta que quien se ha escondido en el fondo somos nosotr@s. Nosotr@s mism@s de nosotr@s mism@s.
Hay que emprender la heroica aventura de volver a conectar con Un@. Volver a sentir lo que sentimos como algo adecuado, valioso, maravilloso. Es nuestro Yo Verdadero, es nuestro mapa de Vida, es nuestro sentir, es lo que nos dice claramente Sí o No, es nuestra Intuición, son nuestras Raíces, son nuestras Entrañas. Nadie debería quitárnoslas nunca.
Tod@s nos merecemos un absoluto Respeto y Amor por nuestra Naturaleza, por nuestro Ser. Y cuando esto no ocurre, que por desgracia ocurre poco, vamos herid@s de guerra. Y debemos hacer un trabajo titánico y de vida para volver a Reconectar de manera profunda, sutil y poderosa con nosotr@s, con nuestra Verdad. Desde ahí empezar a emerger hasta nuestro verdadera potencial, hasta nuestra verdadera cara, hasta lo que realmente Sí para un@ mism@. Da igual lo que ocurra, lo que piensen, enjuicien el resto… porque, después de todo, me sabré abrazar y me sabré decir en voz baja que esto para mí Es Real y Está Bien. Más allá de lo que diga mi alrededor, yo sabré que esta es mi Verdad y que nada ni nadie nunca más la podrá quebrantar.
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