Sarah gaset | La escritura como terapia.
17043
post-template-default,single,single-post,postid-17043,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-theme-ver-9.5,wpb-js-composer js-comp-ver-4.9.2,vc_non_responsive
 

La escritura como terapia.

La escritura como terapia.

Muchas veces, cuando hablo con una persona, y según el momento vital que esté transitando, le digo: “Escribe. Escribe lo primero que te venga, de manera ordenada o desordenada, da igual. Pero deja salir sin juicio lo que te vaya llegando y trasládalo al papel. Como un río, deja que fluya a través tuyo y libérate de todo lo que necesite ser liberado. Verás cómo después, todo esto cobra un sentido. Verás cómo después, te entiendes más a ti mismo/a”.

Se lo digo al otro/a porque también me lo digo a mí.

Escribir es ordenar el alma. Es dejar que se exprese. Si lo hacemos sin barreras, sin querer que quede de una determinada manera, sin querer controlarlo, hay un punto donde nuestro hemisferio izquierdo (el de la razón), se aparta y da lugar al hemisferio derecho (el creativo e intuitivo). Y, en este momento, es cuando pueden aparecer informaciones, recuerdos, memorias, mensajes, que desde nuestra mente pensante nos sería difícil llegar.

Y nuestra mente pensante está bien. Nos explica cosas también, nos ayuda a salir al mundo y a relacionarnos, entre otras. Pero no Somos esto. No Somos esta mente estudiada y condicionada, que todo lo quiere saber o todo lo sabe. Somos mucho más. Somos creación viviente. Somos muchos colores y muchas formas. Somos un fondo infinito de donde pueden salir las más brillantes ideas. Somos toda nuestra historia vivida resumida en este momento. Somos todas estas experiencias que se traducen en quienes pensamos, sentimos y hablamos en nuestro presente. Y siendo esto, aún Somos mucho y mucho más. Porque detrás de quien hemos sido, Somos también el infinito. El cielo, las estrellas, los mares y las montañas. Toda la creación en nuestro interior, pues somos un micro universo dentro del macro universo, compuestos/as de los mismos elementos.

Entonces, ¿cómo podemos preguntar por qué es importante dejar un rato de lado la razón para entrar al mundo del misterio y de lo invisible? La escritura, de nuevo, nos abre esta puerta.  Hay otras puertas de acceso. Pero esta es brillante, excepcional. Coge un papel, un bolígrafo, y créete que en este horizonte blanco que ahora se te presenta, todo es posible. Y, seguidamente, deja de pensarlo, pon la punta del bolígrafo encima de la hoja y deja que baile. Deja que todas aquellas notas que quieren cantar de ti mismo/a compongan su melodía. Deja gritar todas aquellas partes sofocadas de tu Ser. Deja llorar todas las lágrimas acumuladas y que desdibujen lo que acabas de escribir. Y después ríe, también. Sueña, ilusiónate y piensa en cómo querrías levantarte cada día. Cómo, cuándo, con quién. Lo que quieras. Pero desde aquí. Desde este trampolín que te conduce a nuevos parajes de tu interior.

Nada más esperanzador y creativo que dejar durante un rato de lado toda esta personalidad que creemos que somos y dar la bienvenida a un personaje nuevo que nos habla a través de estas palabras que no imaginábamos unos minutos antes. Dejar que se expresen y sorprendernos unos minutos más tarde, cuando llegamos, y releemos aquello escrito. Y decimos: ¿esto lo he escrito yo? Y lo bueno de todo es que este Yo cobra una nueva dimensión donde pierde suficiente importancia como para dejarse ir y permitir que todas estas novedades vayan sucediendo a través nuestro.

No hace falta buscar el momento perfecto. No hace falta que sea ningún ritual. O puedes hacerlo si quieres, sí. Pero pruébalo. Un día, otro y otro. Como una práctica. Una lluvia de estrellas. Cierra los ojos, respira, contempla el vacío negro que se presenta en el foco de tu mente y empieza a captar las imágenes sueltas y las palabras que vienen sin sentido. Apúntalas. Confía. La mente te dirá: “vaya tontería…”. Pero no, no. Todas y cada una de las cosas que pasan en nuestro interior tienen un sentido. Lo que pasa es que no estamos suficientemente atentos/as no presente para captarlas y entenderlas. Haciendo este ejercicio les damos un espacio. Atrévete a hacer esto. A apuntar lo primero que venga. Y lo siguiente. Y así sucesivamente. Y verás que de este inicio de historia “sin sentido” sale una continuación que acaba hablando de ti. De partes más internas, más secretas. Que quizás necesitan ser ordenadas, reconocidas. Vistas. Todo aquello que necesita ser integrado por tu consciencia y tu inconsciente. Vaciar, liberar, dar sentido.

Puedes quemarlo luego. Guardarlo, enmarcarlo… aquello que te dé más sentido. Sea como sea, si te has dado un espacio, si le has dado un espacio, toda aquella luz no ha sido en vani y dará la bienvenida a nueva información para ti y tu vida.

La escritura. Mi pasión. Mi terapia. Mi fuente creativa. Mi realización.

 

 

 

Sin comentarios

Deja un comentario